La semana pasada os comentaba que estoy descubriéndome nuevas aptitudes que juegan a mifavor y que me permiten controlar, como nunca había logrado, mis “rumies”. Sigo bastante centrado y ya no sé si consciente o inconscientemente, casi diría que de un modo natural, estoy consiguiendo que mi mente esté donde tiene que estar: en el momento presente. Estoy muy contento, mi “Yo rumiante” parece que se ha tomado unas vacaciones junto con mi “Yo desafiante” y la verdad que no les echo de menos a ninguno de los dos.

Os confieso que me encanta estar como estoy ahora. Ya lo comentaba el jueves pasado, da mucha tranquilidad salir a la calle dejando atrás el uniforme de pendenciero y cruzarme con la gente sin tener la sensación de que me miran buscando la confrontación. También el estar viviendo con los pies en la tierra. Empiezo a desarrollar un sistema de prevención contra el ataque de los pensamientos espirales. Estoy viviendo el momento, mi mente cada vez viaja menos con el consiguiente ahorro de energía, que es más que notable. Cada día estoy más seguro, más convencido de que no es algo pasajero, no es un subidón; tampoco una fase de inconsistente positivismo. Sinceramente estoy muy orgulloso de mi. Orgulloso por cómo estoy mirando cara a cara y sin temor a mi “Yo traumatizado”, a mi “Yo herido”, a mi “Yo vengativo”. Los tres, y aquellos otros que no sé reconocer, me caen como el culo, perdón por la expresión, y no tengo ganas de convivir con ellos. Estoy mucho más contento con mi Yo, ese Yo uno e indiviso, que aún imperfecto, por supuesto que si, me parece mucho más interesante que los otros, que siempre me han traído problemas y con los que cada vez tengo menos que ver. Como en la vida real, que soy hombre de una sola mujer y eso del poliamor no me va, me considero absolutamente fiel a mi Yo, a ese Yo real y molón que empieza a destacar sobre esos otros que han dominado mi vida durante tanto tiempo. Me encanta la monogamia, soy un monógamo empedernido y quiero seguir, desde ahora y para siempre, con mi único Yo.

 

AUTOR: Paciente en tratamiento por adicción al alcohol