Hoy hace un año. Lo veía todo negro, había perdido toda ilusión y esperanza. No existía el futuro para mí. Había probado muchos tratamientos con profesionales y asociaciones y no me había funcionado nada, seguramente por culpa mía, ya que no aportaba la motivación debida. Acudí a Spiral Madrid donde me dijeron que me podían ayudar pero que, dados mis reiterados y recientes fracasos, tenía que ingresar en el centro residencial de Vañes. Con un cachito de esperanza que me quedaba pensé que no tenía nada que perder, ya lo había perdido todo. Aquello fue mi salvación. Hoy siento que tengo todo lo importante para mí; ilusión y ganas de vivir. El camino no ha sido fácil pero tampoco ha sido tan difícil, sinceramente, mi vida anterior era bastante más complicada. He aprendido a tenerme en cuenta, mi mundo ya no gira en torno al trabajo, mi hija, mi marido, mi familia y una botella. He sustituido la botella por mi misma, ahora entro yo en la ecuación. Quizás lo más duro ha sido el conocerme, ver mis fallos y a pesar de ellos quererme. Quererme lo suficiente para no volver a ser la que fui. He tenido mucha ayuda por el camino, el cariño de la familia es muy importante, pero habéis sido vosotros y la primera etapa de Vañes donde he recibido mi mayor apoyo. Por mucho que nos quieran no nos pueden entender ni comprender. Soy consciente de que me queda mucho camino por recorrer y espero no volver a perderme, esto me asusta mucho más que pasarme la vida sin volver a probar el alcohol. Gracias por haberme recuperado y hacerme estar con los pies en el suelo.

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