Diferentes son los factores que desencadenan o más bien, aumentan la probabilidad del adolescente de iniciarse en conductas adictivas.

En esta ocasión hablaremos de cómo influye el apego creado en la infancia en la adicción del púber. Para ello explicaré brevemente el concepto de apego y los diferentes patrones, profundizando después, en el ámbito familiar como factor de riesgo y/o protección hacia el consumo.

El apego hace referencia a cualquier conducta cuyo objetivo es el logro o la conservación de proximidad del niño en torno a otro individuo.

Esta figura de proximidad, los progenitores de manera general, es a quien recurrimos de pequeños para enfrentarnos al mundo. La relación que el niño mantiene con la figura de apego primaria será determinante para las relaciones sociales y posteriores de su vida (Kächele, 1993 citado en López y Ramirez, 2017).

Por lo tanto, se puede afirmar que el ámbito familiar cobra una gran importancia, ya que las relaciones entre el menor y los progenitores son el factor más importante en del desarrollo emocional de los niños. Dependiendo de la calidad de estas, el ámbito familiar puede constituir un factor de riesgo o protección tanto en el presente como en un futuro.

Antes de hablar del periodo crítico por excelencia en el ciclo vital, la adolescencia, es pertinente señalar los distintos tipos de apego que resultan de la relación en infancia entre el niño y sus progenitores.

Bowlby, psicoanalista pionero en la Teoría del Apego, y posteriormente Ainsworth y Bell (1970), con el diseño de una situación experimental, establecieron tres formas de apego. Para ello, atendieron a las diferencias individuales en el comportamiento de los niños, estudiando el equilibrio entre las conductas de apego y las conductas de exploración.

  1. Los niños con un apego seguro mostraban un patrón saludable en las conductas de apego y exploración. El cuidador se mostraba sensible y satisfacía las demandas del niño.
  2. Los niños de apego inseguro-evitativo mostraban dificultades emocionales. Los cuidadores anteriormente se habrían mostrado relativamente insensibles a las demandas del niño, presentando rechazo, rigidez u hostilidad. Los niños se muestran inseguros reaccionando de forma defensiva e intentando negar la necesidad de proximidad para evitar frustraciones.
  3. Los niños de apego inseguro-ambivalente mostraban conductas de protesta, irritación, resistencia al contacto y ansiedad por separación. En estos casos las madres habían actuado previamente de manera inconsistente tanto física como emocionalmente.

Posteriormente Main y Solomon (1986) establecieron un cuarto tipo, llamado apego inseguro desorganizado/desorientado. En este tipo de apego el cuidador es percibido como una fuente de miedo que provoca en el niño contradicción; a la hora de decidir si acercarse o no a la figura de protección.

Un ejemplo práctico de cómo el patrón de apego influye en las relaciones posteriores, es el siguiente. Un niño con apego seguro durante la infancia mostrará una actitud de confianza hacia las personas con quienes establezca relaciones futuras. Por el contrario, si las experiencias con las figuras de apego han sido negativas; la persona en el futuro no esperará intercambios positivos en relaciones en las que participe.

Una vez establecido el patrón, llegamos a la adolescencia. Y ahora, ¿qué? Uno de los grandes miedos de cualquier padre o madre entre otros, reside en el consumo de sustancias por parte del descendiente.

Pero ¿qué tiene que ver el patrón de apego y la adicción?. Diferentes estudios han mostrado evidencia que cuando el vínculo con la figura de apego ha dado lugar a un apego seguro este es un factor de protección frente al consumo. Por el contrario, el apego inseguro (evitativo y/o ansioso) es un factor de riesgo; que unido con otros factores propios de la adolescencia; como el aumento de la impulsividad o la dificultad en la regulación emocional (íntimamente relacionada con el apego generado en la infancia) puede dar lugar al consumo de sustancias en la etapa adolescente (Cornellà-Font, Viñas-Poch, Juárez-López, et al., 2020).

Esto, sin embargo, no es algo exacto. No es una operación matemática donde 2 + 2 son 4. En otras palabras, la probabilidad de consumo en adolescentes está mediada por otros tipos de factores; tanto individuales (autoestima, habilidades de afrontamiento, tolerancia a la frustración…) como contextuales (familia, grupo de iguales, instituto…) que pueden dar como resultado el consumo (Bellonch, 2020).

Centrándome en el ámbito familiar como he señalado anteriormente, la familia es el lugar donde aprendemos a regularnos emocionalmente a través del aprendizaje vicario, es decir, observando el comportamiento de otros. De ellos, aprendemos estrategias para hacer frente a situaciones difíciles. Cuando nuestra familia no nos ha proporcionado dichas estrategias de gestión, las probabilidades de que acabemos desarrollando estrategias compulsivas aumentan, siendo una de estas la adicción.

Algunas de las actitudes como padres que pueden ser un factor de protección para el consumo son:

  • Adecuada cohesión familiar
  • Comunicación paterno-familiar positiva
  • Vinculación emocional positiva
  • Apoyo familiar
  • Expresividad emocional
  • Disponibilidad y soporte de las figuras de apego (Rueda, 2020).

Por el contrario, un clima familiar conflictivo, la ausencia de afecto y aceptación, las pautas de comunicación negativas o la ausencia de esta, así como una preocupación familiar excesiva y/o despreocupación, pueden dar lugar a que el adolescente se inicie en conductas de riesgo como puede ser la adicción (Rueda, 2020).

Para finalizar me gustaría citar al psicólogo Rafael Guerrero con su célebre frase “un apego seguro es la mejor herencia que le podemos dejar a nuestros hijos”.

Autora: Victoria Romero Guillén, Psicóloga en prácticas (Máster Psicología General Sanitaria)

REFERENCIAS

Ainsworth, M. D. y Bell, S. M. (1970). Apego, exploración y separación,
ilustrados a través de la conducta de niños de un año en una situación extraña, Lecturas de psicología del niño, Vol. 1; Madrid: Alianza.

Main, M. y Solomon, J. (1986). Discovery of a new, isecure-disorganized/disoriented attachment pattern. Affective development in infancy. 95-124.

López, C y Ramirez, M. (2017). Apego. Revista chilena de medicina familiar, 6(1), 20-24.

Benlloch, B. S. (2020). Teoría del Apego en La práctica clínica: revisión teórica y recomendaciones. Revista de Psicoterapia, 31(116), 169-189.

Cornellà-Font, G., M., Viñas-Poch, F., Juárez-López, J. R., & Malo-Cerrato, S. (2020) Risk of Addiction: Its Prevalence in Adolescence and its Relationship with Security of Attachment and Self-concept. Clínica y Salud31(1), 21-25.

Rueda, E. (2020). Implicaciones del consumo de drogas en el ajuste psicosocial de una muestra de adolescentes españoles. Health & Addictions/Salud y Drogas20(1), 136-146.