Origen de la cocaína

La cocaína es originaria del arbusto de la coca, que crecía principalmente en Perú y Bolivia, aunque actualmente el país que más cultiva la planta de la coca es Colombia. Las hojas de la coca se han consumido por vía oral durante milenios, y la sustancia pura -el clorhidrato de cocaína- lleva consumiéndose más de 100 años. En las primeras décadas del siglo XX se utilizaba en centenares de fórmulas para tratar diferentes enfermedades. Una de estas fórmulas es la original de la Coca-Cola, que acabó sustituyendo la cocaína por cafeína.

Vías y formas de consumo

En cualquiera de sus vías de consumo -inhalación, insuflación o inyección, entre otras- o formas -clorhidrato de cocaína, pasta base o crack-, es un potentísimo estimulante con alto poder adictivo, ya que incide sobre la vía mesolímbica del cerebro. Esta ruta es el mecanismo que media en la recompensa, estimulando la gratificación emocional y la motivación, y es por ello que existe alto riesgo de sufrir dependencia.

Cortes

La cocaína suele venderse mezclada -cortada- con ciertos anestésicos locales, almidón de maíz, quinina, Lacteol o azúcar, siendo una formulación totalmente arbitraria que puede desencadenar una mayor toxicidad en el consumidor. Es la droga más consumida a nivel mundial solo por detrás de la marihuana, estimándose que entre el 1 y el 3% de los habitantes de los países desarrollados la han probado alguna vez, siendo responsable directa de miles de muertes anuales.

Nombres

Tiene diversos nombres en español, como: farlopa, coca, nieve, perica, ralla, tirito, tema, merca, zarpa, dama blanca, farla y polvo. Al crack -mezcla de cocaína mezclada con bicarbonato- se le llama también rocas, chulas, pops, piedras, rirris, niñas, duras, hielos, rock&roll, rockstars, chespi o chifle.

Efectos

La cocaína produce una sensación de poder y energía muy intensas, así como sensación de desconfianza, excitación, celos, irritabilidad, ansiedad, agresividad e intranquilidad. A nivel orgánico también puede producir temblor, taquicardia, vómitos, aumento de la temperatura corporal, hipertensión, sudoración abundante, estreñimiento, contracciones musculares, enrojecimiento facial, etcétera. A esto hay que añadir que el consumo repetido crea tolerancia y puede producir dependencia.

Por vía intranasal, su consumo provoca sinusitis aguda y crónica, hemorragia de la mucosa nasal, pérdida de olfato y perforación del tabique nasal. También puede producir bronquitis, neumonía y ronquera o afonía.

Por vía endovenosa puede producir abscesos, inflamación de las venas, tromboembolias, entre otras. Además es conducta de riesgo para contraer hepatitis B y C, tuberculosis, VIH y otras enfermedades de transmisión parenteral.

Además, el consumo de cocaína puede producir enfermedades psiquiátricas como la psicosis, que cursa con pérdida de contacto con la realidad, alucinaciones o ideas delirantes. También se puede producir paranoias y delirios paranoides -normalmente de tipo celotípico, donde sienten que los persiguen y/o atacan-. Las alucinaciones táctiles, como las chinches de la coca, también son típicas en estados avanzados.

Abstinencia

Desde una ligera ansiedad, algo de fatiga, malestar y comportamiento de búsqueda, hasta una acusada irritabilidad, malestar intenso, desánimo, aumento de la frecuencia cardiaca, hipertermia, tos crónica, disminución del rendimiento a todos los niveles, sueños desagradables y deseo irresistible de consumir cocaína.

Intoxicación por cocaína

Si no se dan complicaciones, se produce verborrea, falta de apetito, inquietud, excitación, ansiedad e insomnio. También puede darse dilatación de las pupilas, excesiva respuesta refleja e incoordinación de movimientos. En estado de ebriedad cocaínica se produce obnubilación, alteraciones sensoriales e, incluso, delirios. La presión arterial se puede elevar tanto que produce alteraciones del ritmo cardiaco, fibrilación ventricular y puede desembocar en infarto.

Dependencia

Cuando se produce la irresistible necesidad de consumir cocaína, aunque el consumidor no sea consciente. Aquí juega un papel importante el autoengaño, que desespera a cualquier persona que se preocupa por la persona que ha desarrollado la dependencia. Si el sujeto no toma conciencia, difícilmente podrá salir de su estado dependiente y por tanto, no podrá recuperarse.