Paciente en tratamiento por alcoholismo

 

Estando yo de Erasmus en Inglaterra haciendo el proyecto Fin de Carrera (pegarme fiestas era lo que realmente hacía, pero bueno, me pusieron un 75 que transformado a nota española fue un 9,5; el sistema de calificación de los British es demencial) estaba en una Universidad donde también había escuela de pilotos y en el campus lógicamente estábamos todos mezclados. Pues bien, os comento dos casos de aspirantes a pilotos, nórdicos los dos, que dan qué pensar:

1.- Estudiante piloto Finlandés. Hijo de piloto de Finnair (la Iberia de Finlandia), que reconocía abiertamente que le daba miedo volar; que estaba estudiando para piloto porque su padre le había obligado y que, para volar un avión, tenía que beber bastante alcohol. Y ahí le tenías al chaval, pillándose una «torrija» interesante cada vez que se tenía que ir al aire (da igual que fueran las 9 de la mañana que las 6 de la tarde). Yo no sé cómo habrá acabado eso pero seguro que ese chaval habrá pasado ya por el Spiral Finlandés.

2.- Estudiante piloto Noruego (obviamente hijo de piloto de SAS) que decía, literalmente; «el sueldo de piloto en Noruega no es demasiado bueno pero, teniendo en cuenta que por cada vuelo puedo llevar a Noruega dos litros de alcohol del duty free y revenderlo en Noruega (en los países escandinavos, por si no habéis estado allí, el alcohol es carísimo, tiene una cantidad de impuestos brutal), se saca más dinero revendiendo el alcohol que con el sueldo que te pagan».

 

Leandro Palacios (psicólogo clínico)

 

Una de las preguntas clave que se formulan a las personas que inician un tratamiento por alcoholismo es “¿para qué bebes?”. Aunque en muchas ocasiones el sujeto no consigue responderla de inmediato, conforme el proceso terapéutico avanza se evidencia cada vez más la utilización del consumo de alcohol como estrategia para satisfacer algunas de las carencias básicas del paciente.

Tal circunstancia arroja luz sobre el problema adictivo y focaliza una parte sustancial de los objetivos terapéuticos de intervención. Pues dejar de beber no significa dejar de sentir necesidades tan lícitas como relacionarse, relajarse, desconectar o divertirse.

En ambas viñetas el paciente ofrece ejemplos claros del potente valor instrumental que posee el alcohol (y todas las demás drogas). Y que confiere a su uso un enorme atractivo más allá de las sensaciones que genera el propio consumo. A este respecto, Groucho Marx sentenciaba «Bebo para hacer interesantes a las demás personas».

Un consejo a los lectores de este post; no conviene pensar demasiado en la tasa de pilotos, conductores de tren, metro, autobuses y demás trasportes de viajeros que sufren problemas de alcoholismo pues ello haría de los desplazamientos en cualquiera de estos medios una experiencia bastante desagradable.