Correspondencia: El miedo como forma de chantaje

El siguiente texto transcribe la consulta vía email de un psicólogo en ejercicio que fue alumno de prácticas en la Fundación Instituto Spiral a Leandro Palacios, psicólogo clínico de la entidad, respecto al manejo técnico de una situación frecuente en el campo de las adicciones: el chantaje emocional que un paciente adicto ejerce mediante el miedo sobre sus familiares.

 

Pregunta del psicólogo exalumno de prácticas

¡Hola Leandro! ¿Cómo va todo? Yo estoy trabajando en un centro haciendo psicoterapia desde hace unos años y todo va bien, en general. Te escribo porque trabajo con pacientes con adicciones, y desde hace unos meses me ha surgido una duda que no sé cómo resolver.

Resulta que con varios pacientes me pasa; tenemos pautas para que ellos no manejen el dinero y que así les cueste mas recaer en el juego, en la cocaína… pero algunos piden dinero por ahí o simplemente piden fiado al camello que les pasa la droga. Y una vez han consumido, le van a algún familiar a decirle lo que ha pasado; que han consumido, que no lo han podido evitar, que ahora deben dinero y que como no se lo den, se van a meter en un lío… el familiar se apiada de ellos, y les da el dinero, ellos pagan su deuda y listo.

Este proceso puede repetirse indefinidas veces.

Y claro, al final el paciente por mucho que no tenga dinero sabe que siempre tiene esta vía abierta; cuyo único inconveniente es que todos le digamos lo desastre que es o que el familiar se enfade o lo que sea, pero el dinero se lo acaban dando. Entonces, mi pregunta es: ¿le digo al familiar que bajo ningún concepto le de ese dinero al paciente a pesar de que tenga una deuda del tipo que sea?

Porque el problema es que el paciente lo arregla de tal forma a veces, que ha pedido dinero y que si no lo devuelve realmente puede meterse en un lío muy gordo. Porque a lo mejor es el camello el que se lo ha fiado y claro, si no lo devuelve le pueden pegar un susto. Tengo pacientes que llegan a decirle al familiar; pues si no me das el dinero tú, tendré que ponerme a robar… o cosas así. Y claro, el familiar se asusta y le da el dinero.

¿Qué hago? Porque me da miedo decirle al familiar que no le dé el dinero, por las posibles consecuencias luego.

Y si le digo que sí se lo dé, el paciente siempre tiene ese recurso ahí y ¡puede consumir cuando quiera al fin y al cabo!. Por ahora estoy haciéndolo en plan flexible, depende del caso planteo una cosa u otra, pero ser muy tajante y decir que pase lo que pase no le den el dinero al paciente, esté metido en el lío que esté, pues me da miedo hacerlo. Además, si lo hiciera, tendría que ser muy, muy tajante, porque precisamente el familiar también tiene muchísimo miedo de no darle el dinero al paciente; por las posibles consecuencias, así que le cuesta mucho no dárselo incluso aunque yo se lo diga (por ejemplo un paciente me decía el otro día; “mira, yo sé que si debo dinero y se lo pido a mi madre ella me lo va a dar, le digas lo que le digas tú, si le digo que estoy en un lío importante y que lo necesito, ella me lo va a dar seguro porque la conozco”). Todo esto sin contar, con que a veces el paciente directamente roba al familiar de turno para pagar su deuda y ya está. Y en ese caso tres cuartas partes de lo mismo; cuando le descubren dice que es que no tenía mas remedio que hacerlo por el lío en el que se había metido, el familiar acaba apiadándose, y la relación sigue como si nada.

¿Qué me aconsejarías entonces para estas situaciones?

 

Respuesta de Leandro

Hola. Lo primero es que no se puede tomar ninguna decisión complicada con un adicto desde el miedo a que pase algo que va a pasar se haga una cosa u otra. (Si no se le da dinero, ya lo encontrará). Quiero decir que, en casos como los que describes, el foco de intervención es el miedo del familiar y cómo el mal manejo de esta emoción permite que el adicto tenga una vía fácil de chantaje.

Hasta que esto no se consiga y de paso que el familiar decida si quiere ser cómplice o no del problema del adicto; todas las pautas que se den caerán en saco roto. Otra cosa, como profesionales tenemos que correr los riesgos que implica nuestra responsabilidad terapéutica. Y ello supone que en ocasiones los únicos límites y normas claras de conducta van a ser las que nosotros establezcamos.

Si no quieres prescribir directamente algo tan contundente como no dar dinero, echarlo de casa, etc., la pregunta se la puedes lanzar a los familiares en forma de “¿qué estás dispuesto a hacer (o no hacer) si tu familiar no cumple con aquello a lo que se compromete?” y trabajar de nuevo con el miedo que hay detrás de los planteamientos del “todo vale”.  Algo parecido con el adicto, pues como decía un ex compañero de trabajo; “¿qué es lo peor que puede pasar con un adicto que se salta lo establecido? Pues que no pase nada”.  Bueno, te he respondido un poco a la carrera entre consulta y consulta. Si te puedo ayudar en algo más, aquí me tienes.

 

Contestación del psicólogo exalumno de prácticas

Hola Leandro. Es decir, tú me estás diciendo; que de primeras no me centre tanto en la pauta de lo qué decirle al familiar que haga o no haga, si no en la emoción que el familiar tiene de fondo, en este caso el miedo, que se lo refleje, que le haga ver cómo a través de ella el adicto le chantajea. Que trabajemos qué puede ser lo peor que puede pasar respecto a eso que teme el familiar (descubrir un poco los fantasmas). Y que así el familiar aprenda a manejar mejor esta emoción y trate entonces de no dejarse manipular tanto, o por lo menos, que se responsabilice de ello. Que entienda mejor cómo esa emoción puede llevarle a ser cómplice del adicto y vea qué quiere hacer con eso.

El decirle en este caso al familiar eso de: “¿qué estarías dispuesto a hacer si el paciente no cumple con lo establecido?” está bien. Porque al final, no depende tanto de la pauta que dé, si no de lo que el familiar esté dispuesto a hacer.

O sea, si yo no trabajo con el familiar el darse cuenta de que su miedo y su “piedad” por el adicto no hace sino darle una vía de escape a éste para que consuma, analizo a fondo ese miedo y le planteo qué quiere hacer con ello viendo las posibilidades que hay. Si no hago eso, cualquier pauta que dé directivamente va a caer en saco roto.

Y luego, creo que me dices básicamente que tampoco me obsesione con hacer todo lo posible desde el miedo a que el paciente recaiga. Porque si él lo quiere hacer lo va a hacer después de todo, hagamos lo que hagamos. Que tampoco puedo responsabilizarme de todo, que el mismo paciente es el que tiene que asumir la responsabilidad; y de hecho también el familiar, así que trabaje con ellos el funcionamiento de fondo respecto a cada uno. Pero que no sea yo desde el miedo el que trate de controlar todo para que no haya recaídas porque va a ser imposible

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