Hikikomori es un término nacido en Japón y acuñado por el psiquiatra Tamaki Saito en su libro “Aislamiento social: una interminable adolescencia”.

Se refiriere al fenómeno sociológico consistente en personas que eligen abandonar la vida social, buscando el aislamiento extremo en muchas ocasiones, debido a factores personales o sociales. Significa literalmente apartarse, estar recluido. Esto supone un aislamiento social agudo.

En Japón existe medio millón de personas viviendo como ermitaños. La sociedad japonesa, con normas sociales pétreas, altas expectativas parenterales y una cultura que alimenta la vergüenza, son un perfecto caldo de cultivo para que los adolescentes se sientan frustrados, incompetentes y avergonzados. Pero este problema sociológico escapa de las fronteras del país nipón: un análisis de 2005 en Corea del Sur arrojó una estimación de 33.000 adolescentes socialmente aislados, y en 2014, en Hong Kong había unos 137.000 hikikomori.

El psiquiatra e investigador en la Universidad Católica de Daegu (Corea del Sur), TaeYoung Choi, piensa que la tecnología no tiene por qué causar necesariamente el aislamiento, pero entiende que puede profundizarlo. Aclara que “algunas personas se aíslan más usando la tecnología”.

Hikikomori en España.

Ángeles Malagón Amor, psiquiatra del Hospital del Mar, encontró en 2014 unos 164 casos compatibles con hikikomori solo en Cataluña. “En ese momento, había dos psiquiatras y dos enfermeras para más de un millón de pacientes”- “Yo creo que tiene que haber muchos más casos”, concluía.

El profesor de Psiquiatría de la Universidad de Zaragoza, Javier García-Campayo, detectó al paciente 0 en España. El facultativo comentaba en una entrevista para El mundo1 que la madre de este paciente llevaba 10 años acudiendo a consulta por depresión. «Nos llevamos muy bien. Al principio ella sentía mucha vergüenza a la hora de hablar de su hijo adolescente, consideraba su problema como un fracaso personal. Al fin me reconoció que el chico llevaba más de un año sin salir de casa. Me ofrecí a ir a su domicilio pensando que se trataría de un caso de esquizofrenia».

Una vez comenzado el tratamiento con el chico, Javier García-Campayo percibió que las características del problema que aquejaba al paciente no concordaban con otras patologías más comunes, como el síndrome de Diógenes o la fobia social común, ya que las nuevas tecnologías estaban muy presentes en la vida de este chico.

«El día a día de un enfermo se desarrolla en su cuarto», comentaba el psiquiatra en dicha entrevista. «Sólo salen para ir al baño y en Japón incluso ni siquiera para eso.

También empieza a suceder entre algunos pacientes españoles. Están conectados continuamente a internet, jugando a videojuegos o viendo películas. Lógicamente, ni trabajan ni estudian y físicamente no se relacionan con nadie. En internet suelen tener una red de amigos virtuales, más superficial. Con la familia el contacto es instrumental: comida, limpieza y ropa. Manifiestan un escaso intercambio de sentimientos y no hablan sobre su vida interior. Habitualmente tienen síntomas depresivos intensos y crisis de ansiedad y de angustia».

El perfil de hikikomori en nuestro país es de jóvenes de entre 18 y 25 años, varones, con una posición económica acomodada y cuya causa suele ser por el fallecimiento de algún familiar, padecimiento de acoso escolar o bullying, o problemas con compañeros o profesores. Los padres, según el psiquiatra, «son personas normales que ocasionalmente han podido padecer ansiedad o depresión. Suelen ser trabajadores y los hijos a menudo tienen estudios y son consumidores de nuevas tecnologías. En general, hablamos de familias con una situación desahogada».

Al comienzo de la crisis, los padres muestran comprensión para con su hijo cuando este muestra las primeras señales de aislamiento. Consideran que es una situación temporal, pero cuando este se mantiene en su conducta por semanas o meses, los padres buscan ayuda. Aunque en Japón existen casos cronificados con pacientes de más de 5 años de padecimiento, en España el máximo se encuentra en 1 ó 2 años. Para estos casos se recurre a tratamiento farmacológico, que dura entre 3 meses y un año, y psicoterapia de activación conductual y terapia cognitiva. Se les da herramientas para la resolución de problemas, la autoaceptación y el compromiso terapéutico.

 

1 https://www.elmundo.es/papel/historias/2016/01/16/5698c889268e3eb17b8b4596.html

Fuentes:

https://psicologiaymente.com/clinica/hikikomori-sindrome-oriental-habitacion

https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-47212332

https://www.bbc.com/mundo/noticias-46180313

https://es.wikipedia.org/wiki/Hikikomori