La semana pasada estuve reflexionando sobre todo el proceso dentro de Instituto Spiral debido a las últimas sesiones vividas en las que he visto algún paciente que vuelve después de mucho tiempo.

Aunque estoy tranquilo y creo que voy por buen camino, veo que es muy importante seguir haciendo avances y no perder de vista que soy adicto y que lo seré siempre. Confiarse y pensar que el “alta de tratamiento” es una “cura” y estamos fuera de peligro es un error que hace que nos pongamos en situación de riesgo. Más allá de situaciones puntuales que podamos vivir nos olvidamos que somos susceptibles a estímulos y perdemos los hábitos de autoanálisis y conocimiento personal dejándonos arrastrar por nuestras pasiones que nos conducen a la reacción sin reflexión e, inevitablemente, a la recaída.

Por recaída no me refiero al consumo, que asumo como consecuencia a la pérdida de control sobre los impulsos, sino a una recaída en la pasividad y los automatismos que nos condujeron a la adicción como modo de no enfrentarse a los problemas o la evasión sobre la disconformidad vital y sucesivas decepciones.

Me entristece ver como decaemos en la rutina de una sociedad mecánica y la poca reflexión. No asumimos aspiraciones más elevadas que los logros materiales o económicos (o sencillamente la mera supervivencia) y el vacío existencial que esto provoca se puede antojar insoportable intelectualmente.

He asumido que la única manera de mantenerse estable es equilibrar las necesidades socioeconómicas con las inquietudes intelectuales. Esto se llevará a efecto mediante la meditación, autoanálisis, reflexión…, o cómo cada uno lo quiera llamar.

Lo que quiero decir con esto es que -a efectos del tratamiento- es que he hecho un mayor hincapié en la reflexión de mis actos, en lo que a situaciones conflictivas se refiere, y de cómo me afecta a nivel de riesgo de recaída. Aunque no lo queramos reconocer o minimicemos los efectos hay permeabilidad en los impactos y hay que manejarlos con cautela.

He realizado un ejercicio de supuestos para ver los efectos de una recaída en mí y mi entorno, lo cual produce un momentáneo sufrimiento al recordar situaciones y ver los autoengaños a los que nos sometemos al encontrar siempre evasivas o condicionales que nos permitiera un consumo puntual.

Para finalizar decir que creo haber superado con éxito este ejercicio con la conclusión de la importancia que le otorgo al tratamiento y la necesidad de no verlo como una meta a la que llegar sino un ejercicio constante como la alimentación o el aseo.

Paciente Fundación Instituto Spiral