Una de las cuestiones principales que es fruto de un enorme debate en el consumo de drogas es definir su uso recreativo o adictivo.
Protagonismo de las sustancias en el ocio
Este asunto no es baladí, ya que, en los años 90, cobran protagonismo sustancias como las drogas de síntesis y los estimulantes; la entrada de estas sustancias ligadas a la población joven forma parte de la sociedad. Desde mi perspectiva, el consumo en esta década viene respaldado por dos elementos que son condiciones trascendentales en la perpetuación del consumo.
Una de estas condiciones es la percepción del consumo. Nosotros mismos, al igual que con la política, tomamos una determinada postura, el mensaje que podemos transmitir es diverso, desde ideas prohibicionistas en torno al consumo de cualquier droga, hasta la normalización del consumo, integrándolo como parte de nuestra vida cotidiana. O al menos en determinados contextos lúdicos, festivos, alimentando la fantasía, el placer, el hedonismo, relegando a un segundo plano los efectos perjudiciales del consumo de drogas.
No obstante, para realizar una comprensión de qué se entiende por adicción, debemos tener en cuenta numerosos factores sociales, culturales y biológicos.
A lo mejor nos deberíamos hacer diferentes preguntas para poder conceptualizar qué es una adicción y qué no lo es, preguntas como ¿la adicción se produce en todas las culturas?, ¿la adicción es una enfermedad del cerebro?
Conceptualizar la adicción
Me gustaría poder aclarar conceptos que tenemos asociados a la adicción. Me vienen a la mente palabras como tolerancia, dependencia, pérdida de control, craving. Entre todos los anteriormente mencionados me interesaría detenerme en el concepto que bajo mi punto de vista es un elemento diferenciador entre la adicción y el uso recreativo, el craving.
El craving es la puerta de entrada a la adicción, ya que supone el priorizar la sustancia frente a otros refuerzos naturales como pueden ser la sed, el hambre. Por lo tanto, con el craving se crea una necesidad artificial por encima de necesidades vitales.
Adicionalmente a los factores fisiológicos del craving, también es importante resaltar la influencia de factores sociales, culturales, ambientales en la adicción. Tenemos el ejemplo de la guerra de Vietnam donde los soldados consumían heroína, tras su vuelta al país de origen, se produjo una reducción drástica del consumo, dejando como telón de fondo que el contexto bélico fue un elemento facilitador de su uso y abuso (Apud y Romaní, 2016).
Un estudio que reflejó una idea similar fue el presentado por Bruce Alexander y su equipo. Donde en una investigación con animales generó dos condiciones con la sustancia presente; una en un lugar denominada la jaula de Skinner donde la rata presentaba un contexto empobrecido y situaciones displacenteras y otra condición la de las ratas dispuestas en un parque ambientalmente enriquecido (Apud y Romaní, 2016). Las ratas en la jaula experimentaron un uso adictivo frente a las del parque; refrendando la hipótesis que situaciones de adversidad pueden con mayor probabilidad ocasionar el abuso de sustancias. Estos experimentos demuestran una tendencia a una doble vertiente de dependencia, una provocada físicamente y otra psicológicamente.
No hace falta irse a escenarios tan dramáticos como una guerra para observar que en el día a día podemos encontrarnos con situaciones cotidianas que incitan a las personas a consumir sustancias, para paliar sentimientos de frustración, estados de ansiedad.
Consumo de sustancias para emociones desagradables
Este mecanismo de compensación del malestar puede venir predeterminado en casos clínicos que presentan patología dual. La patología dual es la manifestación de una enfermedad mental y el trastorno por uso de sustancias en un mismo individuo. Por lo tanto, si una persona presenta un estresor concreto como puede ser el propio trastorno mental, puede utilizar la sustancia para reducir emociones desagradables.
Esta explicación viene generada a través de una hipótesis de automedicación y se pueden ver ejemplos de diverso tipo como un caso clínico de una persona con trastorno bipolar tipo II (presencia de estados hipomaníacos caracterizados por euforia, agitación psicomotriz, aceleración de pensamiento y lenguaje, y estados depresivos) (Pando, García, Melero, García y Montoya, 2010). La persona en los estados hipomaníacos en los que experimenta un gran estrés realiza consumos de sustancias como el alcohol o el cannabis parar relajarse, suceso que se produce en contraposición con los estados depresivos o normales donde no se recurre a la sustancia (Pando et al., 2010).
Esta hipótesis de automedicación, bajo mi consideración, sería otro de los elementos por el cual el consumo se torna adictivo en vez de recreativo.
Por último, me parece importante resaltar que la adicción puede presentarse con unas drogas y no con otras. Ejemplo de ello son ciertos alucinógenos como el LSD que hasta la fecha se conoce un uso en diferentes contextos lúdicos; pero que se ha demostrado que tienen un bajo poder adictivo (NIDA, 2019). Esto pone de relieve que la droga en sí misma es una condición necesaria pero no suficiente para que se genere una adicción.
Espero que con esta entrada al blog haya quedado claro que la adicción es un concepto difícil de definir pero que existen algunas claves que te ayudan a diferenciarlo del uso recreativo.
Autor: José María Lorenzo Martínez. Psicólogo en prácticas. (Máster Psicología General Sanitaria)