Se trata de un estudio multicéntrico, doble ciego y aleatorizado, que ha involucrado a un total de 326 pacientes con enfermedad de Alzheimer y depresión, pertenecientes a nueve servicios de salud mental del Reino Unido, y cuyos resultados se han publicado en febrero de 2013 en la revista Health Technology Assessment -una publicación del National Institute for Health Research (Instituto Nacional de Investigación Sanitaria) del Reino Unido-.

Los participantes fueron divididos en tres grupos, a los que se administró un placebo, sertralina (antidepresivo perteneciente al grupo de los Inhibidores Selectivos de Serotonina) y mirtazapina (antidepresivo noradrenérgico y serotonérgico específico), respectivamente.

Según los resultados de la investigación, los participantes del grupo placebo presentaron una reducción significativa de los síntomas de depresión similar a la de los participantes a los que se administraron antidepresivos, con la ventaja adicional de que no sufrieron ningún efecto secundario adverso (comúnmente asociado al tratamiento farmacológico).

Tal y como señalan los autores de la investigación, que evaluaron, además, los costes sanitarios de cada uno de los tratamientos, así como los resultados de coste-eficacia, “este es un ensayo clínico con resultados negativos, pero con implicaciones clínicas de gran relevancia. Los datos sugieren claramente que los antidepresivos, unidos al cuidado habitual, no son clínicamente eficaces cuando se comparan con el placebo para el tratamiento de la depresión clínica en demencia. Esto implica la necesidad de cambiar la práctica clínica habitual basada en la prescripción de antidepresivos como primera línea de acción para el tratamiento de la depresión en personas con demencia tipo Alzheimer”.

Los hallazgos de esta investigación vienen a confirmar los resultados obtenidos por diferentes equipos de investigación con otros colectivos de pacientes, en los que se ha demostrado que la eficacia de los fármacos antidepresivos frente al placebo o la psicoterapia es mínima en los casos de depresión ligera, moderada e incluso grave (más información en: La caída del imperialismo farmacológico en salud mental).

A este respecto, tal y como muestra la línea de investigación realizada por Irving Kirsch, los antidepresivos no son más que otro tipo de placebos, solo que con efectos secundarios muy notables. Su investigación demuestra que la explicación de la mejora de los síntomas de depresión en los pacientes tratados con antidepresivos no se debe a los cambios en los mecanismos neuronales (tal y como mantienen los defensores del modelo biologicista en salud mental), sino a la expectativa que tiene el paciente de mejorar cuando asume que está bajo un tratamiento supuestamente eficaz, similar al efecto placebo (más información en Irving Kirsch y la caída del mito de los antidepresivos).

Otros investigadores han puesto de manifiesto que los antidepresivos causan más daños al organismo que beneficios (¿Por qué los antidepresivos causan más daños que beneficios?), advirtiendo de los peligros que entraña el uso generalizado que se hace de estos medicamentos.