La mayoría de las veces que hablamos de adicciones nos centramos principalmente en la figura del adicto olvidándonos de que la persona con adicción no es ella por sí sola, sino que es ella y su contexto.

Según los pacientes, la gente que más les ayuda son los miembros de la familia (Eldred y Washington).

Cuando hablamos del duelo que debe pasar la persona con adicción, tiene que ver también con una nueva construcción del yo, de una nueva forma de estar y de ser. Es decir, el trabajo profundo está relacionado con la nueva construcción de la propia persona, dejar el yo de consumo para iniciar un nuevo yo. Esto sin duda será más fácil si se cuenta con un entorno que, al inicio, actúe como facilitador y que más tarde permita la autonomía del o de la paciente.

Existen estudios que recogen que resulta relevante que la familia pueda contar con recursos de apoyo social relacionados con la búsqueda de bienestar para poder hacer frente a este tipo de problemáticas.

La intervención familiar consigue mejorar de forma significativa el funcionamiento en la familia (comunicación, ambiente, flexibilidad, disminución de conflictos, etc. (Stanton y Shadish, 1997. S Girón García, J M Martínez Delgado, F González Saiz, 2001).

Una de las tareas más complejas del tratamiento con personas con adicción es el trabajo con las familias y entornos cercanos; el entorno familiar.

En este punto se considera muy importante dotarlas de estrategias y habilidades para que lleguen a ser los agentes preventivos de las personas que presentan abuso o adicción; no sólo para la mejora de ésta sino para un funcionamiento adecuado de toda la familia.

Como si se tratara de andar en bicicleta, la función inicial de los familiares será mantener esa permanencia para que la persona pueda ver en ellos un apoyo para su estabilización. Pero a medida que vaya adquiriéndola, la familia pasará a una fase donde su presencia será más intermitente. Esto ayudará a que el paciente genere y gane autonomía y, por lo tanto, la adaptación adecuada a su propia vida.

Autora: Almudena Rico Diago. Psicóloga. Alumna Máster Psicología General Sanitaria.

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