Ya pasados dos años y medio de caminar en esta nueva etapa de vida, me pregunto cuál ha sido uno de los sentimientos más presentes en este tiempo, y quizás más patente aún en los últimos meses.
Creo, que sin duda, mi respuesta, será la monotonía, entre una mezcla de muchas sensaciones. Y es que triste o alegremente esto es la vida. La repetición una y otra vez de lo mismo.
Nos levantamos a una misma hora, recorremos el mismo camino al trabajo, nos cruzamos con las mismas caras, llegamos a la faena y más o menos siempre repetimos lo mismo. Terminamos y nos dirigimos de vuelta al lugar de partida para seguir haciendo lo mismo que otros días en casa. Y así día tras día, y mes a mes y muchos años. Quitando momentos puntuales y toques geniales todo se repite con pasmosa y aplastante puntualidad.Estos momentos diferentes dependen en buena parte de nosotros, y nosotros debemos buscar esas variantes. Es muy difícil pensar que el azar siempre se acuerde de nosotros una y otra vez. El azar no es esto. Un día se acuerda de nosotros, pero miles no.
Y esta lucha contra la monotonía es para mí una tarea cotidiana. Me tengo que reinventar cada día, aunque sea con pequeñas variantes de lo mismo, en pruebas infinitas que a veces no conducen a nada. No se trata de hacer cosas por hacer al tuntún, como buscar nuevas posibilidades que generen más felicidad. En el cambio sobre una base firme está el gusto. Y si la elección no me convence pues se cambia y me vuelvo, que para eso no soy río.
Y ni hace falta recordar que cuando bebíamos un día sí y otro más, la existencia era monótona al máximo, aparte de otros calificativos más desdichados. ¡Comparemos y elijamos!

AUTOR:   Paciente en tratamiento por adicción al alcohol