Tras reflexionar, mi respuesta es que no, por varias razones. La primera de ellas ¿Por qué un atleta al que le apasiona correr se iba a conformar con andar deprisa para sentir los beneficios que aporta hacer ejercicio? Creo que si alguien desea controlar el consumo de alcohol es porque le gusta la sensación que éste produce y no quiere abandonarlo. Pero los efectos de tomarse dos cañas no son comparables con los de tomarse dos litros de cerveza; ni las situaciones y sensaciones que éstos consumos provocan son las mismas. Opino que uno tiende a conseguir el efecto que provocó la adicción, a intensificar esa sensación de placer (evadirse de los problemas, sentirse seguro de sí mismo, perder la vergüenza…). Por otro lado, creo que muy pocas personas podrían marcarse un límite en el consumo y cumplirlo. Además, constantemente estarían pensando en qué pasaría si consumiesen algo más; o estarían constantemente recordando tiempos pasados.
Cambiar el estilo de vida conlleva unas pérdidas, y si no se asumen esas pérdidas, por ejemplo, “no voy a poder volver a una discoteca”, o “no voy a poder volver a tomarme una cerveza” se sigue generando un sufrimiento (comparación con los demás, sentimientos de inferioridad: “por qué yo no soy normal”, “por qué no soy capaz de controlarlo”…) que finalmente termina en recaída.
Por otro lado, ciertas drogas, como la cocaína, no admiten un consumo moderado, pues todos los consumidores coinciden en la necesidad de seguir consumiendo y en no ser capaces de controlarse. Es decir, no veo viable que una persona “se meta dos rayas” una noche, porque la experiencia indica que no lo podrán controlar, y en el caso de que pudiesen, toda la noche giraría en torno al siguiente momento de consumo.
Los pacientes que pretenden tener, por ejemplo, un consumo de cocaína pero solo los fines de semana, o sólo en ocasiones especiales, no lo veo factible, principalmente por la memoria neuronal. Es decir, cuando vuelvan a consumir, su cerebro retornará justo al punto en que lo dejaron; el cerebro no ha olvidado nada, ni el hábito ni las sensaciones, por lo que terminaría en recaída.
También, habría que preguntar si esa circunstancia ocasional (bautizo, navidades) serían capaces de vivirla sin consumo. Seguramente la respuesta es que no, y volvemos a estar hablando de adicción, de depender de una sustancia.
Por otro lado, que una persona adicta o ex-adicta se exponga al consumo, hace que experimente una percepción de control y aumenten sus expectativas de poder hacer lo de antes pero sin la parte negativa que conlleva la adicción; por lo que será muy probable que aumente el consumo, volviendo de ese modo a los niveles de adicción anteriores al tratamiento o incluso peores, debido a la percepción de fracaso y a la pérdida de confianza en sus capacidades para mantenerse sin consumir (“tengo poca fuerza de voluntad”, “no tengo control sobre mi conducta”…) lo que le llevará a no poner resistencia a posteriores consumos.
Por todas estas razones, no creo que se pueda, habiendo sido adicto, controlar el consumo de una droga.
Alumna del prácticum de Psicología