Vine bastante derrotada la verdad, aunque parecia que todo me daba igual no es agradable verte tan tirada y tener una imagen de ti misma tan lamentable, al final estaba metida en una espiral de autodestrucción, me sentía fatal y bebia y me drogaba para evitar sentirme asi…No tenía fuerzas para nada y al final el empujón definitivo me lo dieron mis padres porque ellos tampoco podían más. Llegué al centro sin muchas ganas de nada y con la autoestima por los suelos, poco a poco fuí recupreandome y encontrandome mejor fisica y sobre todo animicamente. Aprendí a conocerme, a aceptar mis limitaciones, a liberarme de sentimientos de culpa y a hacerme responsible de mi vida y de mi misma. Empecé a ver y valorar los cambios en mi vida y a sentirme mejor. El apoyo de mi familia y de los profesionales ha sido decisivo porque en ocasiones dudaba y pensaba que no lo conseguiría, ellos me animaron a seguir adelante y a no tirar la toalla. Actualmente vivo con mis padres, he retomado mis estudios y he recuperado la relación familiar. Hoy por hoy puedo decir que empezar el tratamiento ha sido la mejor decisión que he podido tomar.