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El Δ-9-Tetrahidrocannabinol, comúnmente conocido como THC; es el componente psicoactivo de la planta de cannabis más importante en las variedades clasificadas precisamente como psicoactivas. Existen varios formatos o sinónimos, como hachís, costo, chocolate o kifi; así como marihuana o maría. Asimismo, también existen diferentes formas de consumirlo, aunque en porro o cigarro es la forma de consumo más habitual.
La creencia de que el cannabis es una sustancia de uso común y apenas produce problemas omite que es la principal inductora de episodios psicóticos y su uso mantenido puede provocar síndrome amotivacional.
Dos son los principales problemas relacionados con el cannabis:
Los síntomas de la desintoxicación de porros de hachís o marihuana, o cualquier otra forma de consumo de estas sustancias produce sedación, euforia y alteraciones de la percepción espacio temporal, acompañado de falta de sensibilidad, disminución del tono corporal y de la coordinación psicomotora.
Al inicio del consumo se observa aumento del apetito, aunque pasado un tiempo se convierte en disminución del mismo. El cannabis desarrolla tolerancia, síndrome de abstinencia, dependencia física y una difícil dependencia psicológica, actuando sobre el metabolismo y transmisión de la dopamina en el cerebro de forma similar a drogas como la heroína, cocaína y nicotina. El umbral para un alto riesgo de dependencia parece estimarse en consumo semanal (Coffey, 1993, Dell’Orfano, 2005).
Hipotensión e hipotermia con taquicardia, con mayor tendencia al infarto de miocardio y broncodilatación. Además, libera corticoides adrenales, reduce hormonas tiroideas y prolactina y hormonas sexuales. El uso médico se debe al efecto antiemético, anticonvulsivo y analgésico.
Dificultad de memorización, lenguaje monótono pudiendo causar episodios psicóticos agudos y el denominado síndrome amotivacional (“no tener ganas de hacer nada”; desmotivación y apatía). El consumo en jóvenes puede desencadenar episodios de agresividad.
Aparece en menos de 12 horas, alcanzando el punto álgido a las 36-48 horas. El síntoma principal es el deseo compulsivo de consumo y rápido comienzo del mismo, para evitar el síndrome de abstinencia. Otros síntomas son la ansiedad, irritabilidad, insomnio, pesadillas, disminución del apetito, nerviosismo, inestabilidad del estado de ánimo, sudoración, taquicardia y, a veces, diarrea.