Acceso para profesionales

Información:  915 000 050 - 985 111 111

HealthFlex
×
  • Inicio
  • Centros
  • Área Asistencial
    • Salud Mental
    • Alcoholismo
    • Drogodependencias
    • Adicción al juego
    • Adicciones sin drogas
    • Mujer y adicción
  • Área Extra-Asistencial
    • Publicaciones
    • Investigación
    • Docencia
  • Información
    • Consejos
    • Contacto
    • Tarifas
    • Protocolo COVID
  • Blog

La autoestima y sus componentes (I): El autoconcepto

La autoestima y sus componentes (I): El autoconcepto
autoconceptoautoestimaEnsayoReflexión

Pues sí, con todo lo que he criticado, satirizado y vilipendiado a los autores de fortuna (léase, autores de “libros de autoayuda”) que en nuestro campo prosperan a base de producir psicología de quiosco,  hete aquí que me veo intentando describir uno de los conceptos más divulgados pero peor tratados del psiquismo humano.

Como no deja de ser irónico y un tanto narcisista creer que conozco mejor este concepto que la legión de autores a las que aludo, me acojo a la buena fe de quienes lean los textos de esta serie de entregas si algo de los mismos les suena a artículo de Cosmopolitan, porque a buen seguro mucho de lo que diga no les sonará a nuevo.

Empezando por el propio vocablo, “autoestima” resulta a mi entender un término reduccionista si consideramos todos los ámbitos que intenta condensar y definir. Como bien se sabe, el lenguaje es tanto vehículo como obstáculo para la comunicación y el conocimiento y aunque no sabría decir qué otra palabra utilizar, o quizá inventar, el término ha prosperado y es el que engloba todos los elementos que intentaré describir en varias entregas, si bien pienso que alude fundamentalmente a los componentes afectivos de este concepto psicológico en tanto que implica la “estima” (cariño o afecto que se siente por alguien o algo. Consideración o valoración positiva que se hace de alguien o algo por sus cualidades, buenas acciones, etc.) propia.

A mi juicio, la “autoestima” es el resultado de cuatro componentes psíquicos  que, como todo lo psicológicamente sano, deberían interactuar de manera dinámica, acompasándose los unos con los otros para producir esa sinergia que caracteriza a la persona con una salud mental favorable. Ni que decir tiene que los bloqueos o parálisis y también el exceso de dinamismo en los procesos de influencia entre estos componentes generan patología y mantienen muchos de los trastornos psicológicos que conocemos. Además de las definiciones, añado algunas indicaciones (no me atrevo a llamarlas pautas) para incidir en la mejora de los elementos a los que aludo.

 

EL AUTOCONCEPTO

Se refiere a lo que pensamos sobre nosotros mismos, a la imagen mental sobre nuestra persona. Evidentemente, dichos postulados sobre el “yo” no son únicamente productos del intelecto o ideas más o menos acertadas sobre uno mismo carentes de peso y de carga afectiva. Por ello, sería mejor llamarlas creencias – tal y como las definen los cognitivistas – para ubicar así en la confluencia entre afecto y pensamiento la diana terapéutica de las estrategias destinadas a la mejora de la propia identidad, más allá de una simple remodelación intelectiva de la imagen de uno mismo.

De hecho, cuando se elicita en terapia el autoconcepto del paciente no sólo se evalúa hasta dónde conoce sus características de personalidad (dimensión cuantitativa) sino cómo acepta, si es que lo hace, sus virtudes o fortalezas y sus defectos o puntos flacos y qué consecuencias emocionales se derivan de ello (dimensión afectiva). Por estos motivos, el mejor autoconcepto no sólo es aquél que contiene información suficiente sobre la topografía de la personalidad del sujeto (juicio de realidad) en cuestión sino el que incluye además la aceptación tanto de los aspectos favorables como desfavorables de la misma (juicio de valor), algo así como “no me gusta este aspecto o aspectos de mí pero los reconozco y valido como míos”.

La experiencia clínica y terapéutica con adictos en este sector de la autoestima puede ser tan fascinante como frustrante, ya que hay pacientes que son unos auténticos eruditos sobre sí mismos pero tal sabiduría carece de influencia directa en lo que conocen, bien por una impotencia real al respecto derivada de múltiples factores (los autores psicodinámicos aquí tienen mucho que aportar) o bien por la ausencia de la responsabilidad (puesto que supone discomfort) que implica hacer algo más que embelesarse o atormentarse en la autocontemplación.

Otro grupo de pacientes sorprende por la ceguera, en ocasiones total, que sufren respecto a su propia imagen (de nuevo, la psicología del self al rescate). Ante la pregunta “¿cómo eres?”, se bloquean y descubren que, más allá de la esperable dificultad para perfilarse en palabras concretas, el mapa mental de sí mismos está en blanco, está borroso, distorsionado o directamente no está.

Aunque es cierto que también te encuentras con pacientes que poseen una imagen clara y amplia de sí mismos, con una extensión en su práctica vital que fomenta la autoeficacia, mi experiencia apunta a que en adicciones abundan más las primeras categorías al ser este campo del yo unos de los más castigados por la causalidad circular propia de los trastornos adictivos.

Y dicho lo anterior, ¿cómo se trabaja?

Dado que existe abundante literatura científica al respecto procedente de todos los grandes paradigmas psicoterapéuticos actuales, recojo a continuación algunos consejos de la clínica diaria que, pecando quizá de simplicidad, resultan no obstante bien recibidos cuando se les ofrecen a pacientes en tratamiento:

Desarrollando la capacidad de reflexión y de análisis de lo interno (introspección) mediante tareas prescritas ad hoc, focalizadas en cuestiones concretas y preferiblemente guionizadas (autoanálisis escritos, autorregistros, reflexiones guiadas, etc.) y también mediante otras de carácter más generalista que incrementen dicha aptitud.

Pidiendo a nuestros pacientes que recaben opiniones sobre la imagen que transmiten a quienes les rodean. Como es obvio, hay que tener en cuenta que las personas cercanas a los mismos están condicionadas tanto por los sesgos característicos de su personalidad como por los inherentes a la relación y al vínculo afectivo que se mantengan con ellas que influyen – y puede que contaminen –  en la información que proporcionan.

La táctica básica para minimizar el impacto de tales sesgos es aumentar la cantidad de opiniones que se reclaman para poder localizar así denominadores comunes a todas ellas. Esta tarea puede parecer sencilla de realizar pero, una vez más, la experiencia terapéutica revela que no lo es en absoluto, no sólo por los miedos y resistencias que activa en el paciente a la hora de implementarla sino por la extrañeza e incluso incomodidad con la que reciben tal demanda las personas del entorno relacional del sujeto.

Con todo, los beneficios resultan evidentes puesto que no sólo aumenta el caudal informativo de que dispone el paciente sobre sí mismo sino que incentiva de manera muy directa el desmontaje del feroz autoengaño que acompaña a las adicciones.

Cabe añadir que esta solicitud es extensible al profesional que atienda al sujeto en cuestión y al resto de pacientes que conformen su grupo de terapia, si es que se cuenta con esta posibilidad, puesto que es una de las competencias básicas de los mismos y porque en algunos casos resultan las únicas fuentes de información a las que acudir.

Fomentando el realismo del paciente mediante el adiestramiento en la observación de su comportamiento y en el análisis deductivo del mismo. No es lo mismo “creo que soy así” que “me veo actuar de esta manera y eso significa que tengo éstas u otras cualidades o defectos”.

Llegados a este punto, mucha de la metodología y de los procedimientos cognitivo-conductuales (incluido el análisis funcional) tanto aplicados rigurosamente como ajustados al perfil de cada paciente se revelan de gran utilidad en terapia.

Ni que decir tiene que las tácticas descritas resultan, además de elucidatorias, potentes intervenciones que cuestionan, reformulan y reconfiguran los elementos en interacción del campo psíquico que llamamos autoestima.

Sé que me dejo en el tintero una de las metodologías más útiles de que dispone el profesional que quiera ayudar a sus pacientes a identificar y mejorar su autoconcepto, y que es ni más ni menos la propuesta por la TREC (Terapia Racional Emotiva Conductual) pero, por motivos de extensión, no quiero acabar esta entrega con un acelerón narrativo que atente contra el respeto creciente que siento por Albert Ellis.

Leandro Palacios Ajuria

Categorias

  • Eventos
  • Noticias
  • Ensayo
  • Reflexión

NOSOTROS

  • Quiénes somos
  • Qué hacemos
  • Dónde estamos
  • Órgano directívo
  • Organigramas
  • Memoria de actividades
  • Misión, visión y valores
  • Plan de igualdad
  • Galería de imágenes

ÁMBITOS ESPECIALES

  • Patología dual
  • Mujer y adicción
  • Dependencias afectivas
  • Autoengaño
  • Guia para usuarios
  • Guia para profesionales

ACCESOS DIRECTOS

  • Centros asistenciales
  • Programas terapéuticos
  • Cómo ingresar
  • Tarifas
  • Aviso legal
  • Mapa de la web

Blog

Seminario: EL ALCOHOLISMO DE LA MUJER EN LAS COORDENADAS ACTUALES: EVOLUCIÓN, CARACTERÍSTICAS Y TRATAMIENTO

La Pandemia y la salud mental

La pandemia pone en peligro la salud mental de la población

Importancia del apego en la adolescencia

La Importancia del Apego en la Adolescencia y el Riesgo de Adicción

ver más post
Copyright ©2016
Sitio desarrollado por Grupogiva
Este sitio web utiliza Cookies propias y de terceros para recopilar información con la finalidad de mejorar nuestros servicios. Si continua navegando, supone la aceptación de la instalación de las mismas. El usuario tiene la posibilidad de configurar su navegador pudiendo, si así lo desea, impedir que sean instaladas en su disco duro, aunque deberá tener en cuenta que dicha acción podrá ocasionar dificultades de navegación de la página web. Aceptar Cómo configurar
Privacidad y política de cookies

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necessary
Siempre activado

Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.

Non-necessary

Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.

GUARDAR Y ACEPTAR